LXXIX     Si despúes de apaciguar un gran resentimiento   queda un resto de rencor,   ¿cómo podríamos estar contentos?   El sabio cumple con su obligación,   y no exige a los demás.       Así pues: quien tiene la VIDA,   se ciñe a su deber,   quien no tiene la VIDA,   se ciñe a sus derechos.